Te quiero

Creep (Acoustic) - Radiohead
Comienzo esta entrada y termino este blog con una canción que significa mucho para nosotros. Puede que para ti ya no signifique nada, pero yo no puedo evitar recordar al escucharla aquella tarde de finales de mayo en mi habitación. Siento que te quiero tanto como aquel día, que nunca he dejado de quererte. Siento haber escrito este blog, siento que lo hayas leído y hayas creído que todo lo que aquí publiqué es cierto... porque no lo es. Porque yo estoy enamorada de ti.

Gracias por estos trece meses. Sabes que has sido parte de lo más importante de mi vida y que siempre te querré.

Lo siento.

Utilidad

El modo que un hombre pasivo emplea para poseer a una mujer es mantenerla alejada de la vida.
Anaïs Nin.

La semana que viene abandonaré este apartamento, este edificio. Con ello abandonaré también una etapa de mi vida para adentrarme en otra. Otro curso, un nível más alto, en mi vida. Madurez. La que debería tener.
Él se queda aquí. Se ha aferrado a este edificio desde hace unos años y despegarse de él no entra dentro de sus planes. Para qué abandonar si se está bien. Esa puede que sea su máxima, pero no la mía. No puedo continuar aquí. Terminaría matándome.
Me juzga. Juzga el modo en que hago mi trabajo y mi manera de actuar. Siento que quiere manipularme, hacerme dependiente. Pero precisamente porque me doy cuenta no lo consigue.
Aunque a veces no puedo evitar sentirme un poco inútil.
Pero dentro de una semana todo habrá terminado, porque yo ya estaré muy lejos de aquí y posiblemente no volvamos a vernos. Nunca.
Me he planteado romper con todo. Romper, no sólo con este edificio y con todo lo que ha acontecido en él, sino con todo aquello que he podido llegar a sentir. Romper conmigo.
Quisiera hacerle llorar, hacerle sentir tan inútil como yo me siento cuando pone en duda mis facultades literarias. Si no sé escribir, que es lo que mejor se me da, ¿para qué sirvo? Ojalá pudiera llevarle a él a ese extremo, arrinconarle en la angustia que supone la insignificancia. Maldito arrogante vanidoso.
Quisiera llorar de impotencia, arrancarme mechones de pelo con mis propias manos, castigarme por esta idiota debilidad que burbujea en mis entrañas. Castigarme por no ser capaz de negarme cuando oigo el toc toc en la puerta. No existe el timbre porque estoy hecha de silencio, aunque resulte tan fácil hablar después de echar un polvo. Como una borracha, así estoy después de tener un orgasmo. Y hablo de tonterías, porque todo lo que hemos construido en esta extraña relación está hecho de mentiras, de superficialidad. Porque me quiere alejar de la vida cada vez que dice quererme ayudar, hacerme más social. Cada vez que quiere despojarme de esta timidez con la cual nací me hace tomar conciencia de mi aislamiento. Porque no quiere ayudarme, quiere tenerme sólo para él. Quiere convertirse en mi mundo.
Pero no quiero pertenecerle. Ni a él ni a nadie, pero aún menos a él. No porque merezca algo mejor, que espero que así sea, sino porque no me gusta. Después de follar, a la luz del día, me repugna. Le odio. Creo.
Y me odio a mí por dejar que entre en mí. Por disfrutar del calor que me invade al tenerle dentro. Porque me gusta tenerle sobre mí como quien se folla a una muñeca hinchable.
Es un morbo terrible el que me da follar con un gordo. No sé porqué, nunca me han psicoanalizado, pero desde que recuerde siempre he fantaseado con que me follan hombres desagradables, mayores que yo, gordos que me ponen a cuatro patas y me dicen guarradas al oído mientras franquean mi intimidad.
Quizá es por eso que dejo que me folle, porque es parte de mi deseo más oculto.
Me avergüenza reconocer que me complace sentirme usada. Útil después de todo.

Entradas más recientes Entradas antiguas Inicio