Resquicios

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Hoy me despertó I’m not in love, de 10cc. Y es exactamente lo que me vengo preguntando desde que comencé a escribir este blog. Si hago lo que hago no puede ser simplemente que algo vaya mal, sino que quizá... ya no esté enamorada.

Me prometí no volver a caer. Pensé que podríamos ser amigos, o personas normales, sin necesidad de acabar follando, y al principio todo fue bien. Salimos a tomar algo en un bar donde había una actuación en directo. Un grupo local, nada del otro mundo, pero sonaba bien.

Al final de la noche me besó. Cogí mis cosas y me fui.

De madrugada, en el messenger, me dijo que se sentía mal, como un estúpido. Y me di cuenta de que quise aquel beso, y que quise algo más, y que por eso me fui... porque aún sigue viva, aunque agonizante, mi conciencia. Pero... él quería y yo también, y nos preguntamos qué tiene de malo lo que estamos haciendo. Como siempre, nos olvidamos de los daños colaterales.
Estamos llevando al límite el “ojos que no ven corazón que no siente”, decidiendo por ellos. Y ambos estamos convencidos de que a ellos les amamos, pero no a nosotros. Esto qué es, ¿ amistad con polvos mágicos? ¿una infidelidad en toda regla?
No merece la pena buscarle explicación porque no la tiene.

Esta mañana me despertó I’m not in love, de 10cc, y en la entrada de mi casa, cerca de la puerta, había una mancha. Recordé entonces que se la comí en cuanto entró por esa puerta. Lo que no tragué había bajado desde mi boca hacia el suelo para recordarme a la mañana siguiente, junto a la canción, qué cojones había hecho la noche anterior.

autodestrucción lucrativa

Hoy la radio me despertó con My Favorite Game, de Cardigans... Muy apropiado, teniendo en cuenta que anoche, otra vez, nos acostamos juntos.
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Ojalá él pudiera diferenciarlo tan bien como lo hago yo. Que el sexo es una cosa y no tiene porqué acabar con nuestra relación. Maldita sea, por qué coño me he empeñado en complicar las cosas cuando ya había logrado una especie de... ¿paz espiritual?

Me hace sentir como cuando tenía dieciséis, diecisiete años. Tener sexo sin ningún tipo de remordimiento. Gritos ahogados contra la almohada.

Me he aficionado a él y ya no sé negarme si me propone algo.

Vuelve ese afán por querer hacerlo, por parte de ambos, por quizá querer superar a quienes nos satisficieron antes o en otras ocasiones...

Él quizá quiere estar en los ojos de esos otros cuando les mire. Quizá yo también quiera colarme en su mente cuando él esté en la cama con ella.

Este juego se está pasando del límite. Y lo estoy perdiendo.



omega


Cuando intentamos pensar en el infinito,

e incluso en algo mayor que el infinito,

más eterno, más intenso.

Esa angustia de lo sublime, esa angustia tan sublime.

Alcanzado sólo en diez segundos,

en ese orgasmo que quieres congelar,

esa expresión de mi rostro que capturas con una cámara digital.

Abandonada sobre una mesa cuando tú te vas.

Sólo nos queda la conciencia,

esté tranquila... o no.

Cuando me excito me pica la nariz. Una es así de rara, qué se le va a hacer.

Plástico

Nos hemos convertido – si es que no lo éramos ya – en unos egoístas terribles.


Está claro que el destino nos pone pruebas, nos tienta... y de nosotros depende caer o no en la tentación.

Me pregunto qué nos lleva a volver, a caer. Me pregunto por qué somos tan gilipollas. Me pregunto, sin duda, por qué no carecemos de empatía. Eso nos evitaría muchos problemas. ¡ ay, si todos tuviéramos síndrome de asperger!

Sí... en el fondo, poco nos falta para serlo. Porque esta sociedad del individualismo es una sociedad de autistas. Las relaciones sociales son falsas, porque cada uno está envasado al vacío.

Somos muñecas de plástico sin sacar de la caja en la estantería de un Toys ‘r us. Tenemos al lado los coches, el chalet, los niños, la pareja... Pero cuánto nos cuesta romper el cartón y disfrutarlo.

Voy a dejar que este crío me corte el pelo, que me pinte el rostro con rotulador negro permanente. Porque no puedo hacer nada, ni siquiera cerrar los ojos o dejar de sonreír. Dejaré que me vista con ropa cutre que ha hecho su madre, dejaré que me envuelva en papel de aluminio y me meta al congelador. Pobre, cree que dentro de unas horas me sacará resucitada. Dejaré que me pegue con cinta aislante al radiador. Y dejaré, cuando se aburra de utilizarme como filtro de su violencia, que me queme y disfrute viendo fundirse mi cuerpo de plástico.

Viendo cómo se deforma mi sonrisa.

I had a dream...


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